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Tengo dos amigos, que andan inquietos con el debate, si monarquía o república y más concretamente sobre la oportunidad o no de abrir este melón.

Ninguno de los dos son sospechosos, ni de ser monárquicos de faldón y taconazo ni les suena el himno de riego en cada llamada al móvil. 

 

Lo primero que habría que preguntarse es, como es posible que, con vidas tan efímeras, y convulsas en los dos periodos repúblicanos de nuestra historia, exista un porcentaje de la población, nada despreciable, que en estos momentos optaría por un cambio en la jefatura del estado.  

República, durante la dictadura, fue sinónimo de libertad, no había otra alternativa, la olvidada monarquía estaba incorporada de facto en el propio régimen, a pesar de la figura residual mantenida en Estoril.

 

El rey emérito, es obra y gracia del okupa que echamos de Cuelgamuros, el vértigo al pasado fratricida, fue justa escusa a una resignación obligada, pero vigilante de muchos, hasta que llegó Tejero, quien puso del lado del monarca a quienes nunca tuvieron rey. Desde aquel momento, un contenido respeto y hasta afecto, ahora en fase de desguace, al llegar el festival de mamarrachadas y el generoso abuso de confianza que ha resultado ser un duro timo.

 

Al rey actual, le falta carisma como le sobra sosería, no desentona en el nubarrón gris de una clase política enlodazada, que atesora elocuentes déficits de talento, talante e inteligencia. El país trastabilla a cada paso, y resulta impensable creer que con estos mimbres haya cesto alguno y mas aún, encarar una posible transición a un cambio constitucional. 

 

La alternativa, monarquía o república, en el pasado siglo era hambre y resignación o esperanza y futuro, en el presente no aporta, por si mismo, a nuestros muchos males remedio alguno, ni sirven, me temo, al tan necesario impulso para acortar la distancia, que se ensancha año a año, y nos aleja de la cabeza del ranking de la Europa social y económica. La verdadera alternativa es; o seguir, en el pan para hoy o creerse de una vez por todas, que el futuro resultará inalcanzable con este presente.

 

Ya mismo, al rey, mas control legal y parlamentario, y a la política, busquemos de urgencia un SuperMario Draghi.

Y a futuro, no parece de este tiempo que, en la oferta de trabajo para el puesto a la jefatura del estado,  se exijan estos requisitos: cuna, pedigrí y sexo (varón).

Muy de tu rollo

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