La memoria de Kennedy

Cuentan los que saben, o dicen saber, que la Rusia de Putin navega bajo los auspicios de una colosal corrupción, dentro de una economía endeble y con evidentes signos de agotamiento.

El personaje Putin está en lo más alto del Top5 de esos dirigentes mundiales que son un puro peligro para la vida y la capa de ozono. Sus videos de macho-macarra y las atrocidades que no se corta ni medio rublo en realizar a los osados que le discuten y se oponen dentro de sus fronteras, da fe de su legitima imagen de verdadero tirano, él es la madre Rusia y sin embargo pese a su terrible poder, no es capaz de enmendar la cagada de aquel ser superior, que en 7 días, incluyendo el domingo en el que descansó, completó el puzle del planeta y no se le ocurrió peor cosa, que dejar a la gran Rusia con muy pocas salidas a los mares del mundo ,además de encajonarla entre dos grandes continentes, sin pertenecer en realidad a ninguno de ellos, China y Europa.

Además, a Putin, como le paso a Kennedy en la gran crisis de los misiles de Cuba (1.962), no le hace ninguna gracia que le pongan los grandes petardos nucleares de los otros a las puertas de casa. Aunque en la Casa Blanca este pequeño detalle se les ha olvidado, no quiero siquiera preguntarme que hubiera sucedido si Canadá o Méjico se hubieran convertido al Putinismo pro-ruso y hubieran despejado algunos solares para instalar peligrosos misiles.

Quizás sea una sensación equivocada, pero el órdago-chulesco de Putin, les pone y mucho a estos norteamericanos que siguen resistiéndose a su devaluado liderazgo, por lo que las opciones de paz y entendimiento o nacen en la vieja Europa o se nos acojona el chulo-siberiano, porque los hijos del Pentágono,  están más, sintiéndolo mucho,  porque la gélida Ucrania sea un mártir necesario, y así mostrar al mundo a los buenos y a los malos, base de su arcaico belicismo tan peligroso, como ha demostrado demasiadas veces.