BOCAZAS

El o la bocazas, no solo ha sido siempre una especie resistente al paso del tiempo, cambios sociales, y hasta al mismísimo harakiri climático mundial, sino que en estos momentos se enseñorea y reina a sus anchas en las cada vez más pringosas redes sociales y en esta politiquería nuestra llena de baratijas y de argumentaciones tan pobres como incendiarias. 

Cada semana podríamos hacer un top de bocazas y mucho me temo que entre políticos y tertulianos, poco hueco iban a dejar. El ámbito internacional es inabarcable para este mindundi, aunque   confieso que de vez en cuando me sorprendo con mi regocijo ante la noticia del paso a “otra pantalla” de algunos famosos anti vacunas. 

Ni su bien lograda insignificancia, le resta merito alguno al ministro Garzón, reiteradamente torpe y con nulo instinto político, aunque la inexactitud en las excusas, al dar cuartos al pregonero, del presidente Sánchez, junto a la verborrea populista del presidente castellano-manchego, un tal Emiliano, casi le hacen perder el primer puesto. En ese contexto, destapó el tarro de las esencias con su aparición, el que a todo se apunta, Casado, bendiciendo a la ganadería intensiva entre vacas y purines en una ganadería tradicional-familiar de las Navas del Marqués, cuya más letal competencia son los que defendia el estresado líder.

Sería injusto dejarnos atrás al cada vez más pequeño alcalde de Madrid, que ya lució bajeza con Almudena Grandes y lo ha vuelto a bordar con Novak Djokovic, quien tiene credenciales suficientes para no ser añorado nunca. Al pequeño Almeida, le ha sacado de esta polémica un bocazas que se ha hecho mucho daño como concejal del ayuntamiento de Zaragoza, al insultarle feamente, algo inaceptable para un cargo público, moda que inició Vox en foros institucionales y que parece que los más tontos copian.

Continuará.