El futuro de la sanidad pública en Madrid, esta tan sentenciado como el futuro político de Inés Arrimadas, va camino de un negro abismo que solo los votos pueden salvar.
Si alguien piensa que una gran manifestación como la de ayer, va a ser un flotador salvador, del calculado desguace y traspaso a la empresa privada de los restos del naufragio, peca de una ignorancia que sonroja.
Ayer, la fe en la democracia y en la fuerza de la razón, se expresó contundentemente en una abrumadora e inmensa mayoría de personas que no se significaban con ningún símbolo especial, ni portaban otra cosa que su peculiar indumentaria y tan solo reclamaban respeto por lo construido entre todos en tantas décadas en algo que llegó a convertirse en la envidia de media mundo, ¡¡sanidad pú…bli…ca!!
O se teje un gran cordón sanitario con votos cosidos para salvar el sufrimiento y la desgracia de muchos o finalizaremos como el modelo alemán, sanidad privatizada con diversos grados de asistencia y condiciones, el básico, para que se sepa, nos arrastraría a un pasado que se superó, para bien de todos, con aquel gran ministro de sanidad: Ernest LLuch.
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