El discutido y discutible periodista, ya rentista retirado, José María García, se las tuvo, durante muchos años y miles de noches con aquel ínclito presidente de la Federación Española de Futbol, Pablo Porta (Pablo, Pablito, Pablete), que ejercía el cargo como era propio en la época; como si fuera el único dueño del cortijo.
Las prebendas, negocios, achiques al bien común, francachelas y comilonas, escandalizaban aquel periodista que vio el cofre abierto, para hacerse a la contra de aquel personaje y sus “correveidiles” con un gran patrimonio y una mayor fama.
Aquella sociedad antigua y añeja exhalaba una toxicidad caciquil y cabrona que los Abascales y su rebaño tanto añoran y que otros muchos, pensábamos había quedado atrás.
Pero Rubiales y sus palmeros nos han sacado de nuestro ingenuo error.
Hemos descubierto, no ya que este tipo es un peligro para la decencia, sino que ha ejercido sin vigilancia y con descaro, de “capo” del mundo del futbol, cuyo parecido con la “cosa nostra” se hace insoportable.
El futbol es una poderosa adormidera cuyo “trafico” genera millones e influencias y uno de los pocos espacios donde la democracia tiene mucho que ventilar y limpiar, si la dejan.
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