Se nos anuncia un nuevo libro, con pinta de ser el definitivo, el no va mas……; “Martínez-Almeida alcalde de España”. Con ese titulo, y sin paracaídas, las coautoras desafían el vértigo y la vergüenza torera, afirmando sin ambages que se trata de un retrato “limpio de azúcar” del regidor sorpresa.
Este librazo, con esa pompa en tan solo 18 meses escasos de alcaldía. Da miedo pensar que no escribirán y como titularán así que pasen un par de años más,” el alcalde de la galaxia”, ¿quizás? Veremos,
Javier Maroto (senador del PP), ha dicho, con su vehemencia habitual, que la presidenta Ayuso, la Ayuso de España, ha vencido al virus. Ni médicos, ni laboratorios, ni la OMS, ni vacuna, ni gaitas, ha sido ella la que se lo ha cargado. Debe ser que los contagios en Madrid y la enorme lentitud con la que la curva iba bajando, hasta hace unos días, ahora apunta a lo mas alto, serán de mentirijillas o mas falsos que el dinero del monopoly.
El grandioso cocinero Dabiz Muñoz, en la patética y cutre gala de las estrellas Michelin, daba las gracias a la comunidad y ayuntamiento de Madrid por mantener la hostelería abierta a toda costa. Al día siguiente la presidenta, en sede parlamentaria, se reivindicaba argumentando que ella “no esta para arruinar a la hostelería”. Con esta contundente afirmación, puede deducirse, sin temor alguno, que el resto de presidentes autonómicos, o, el presiente de Francia o la gran y sensible Ángela Merkel, entre otros, si están intentando, aunque sea sin querer queriendo, con saña cargarse a bares y restaurantes. Todo por la negación de la teoría del “milagro de Madrid”, al cerrar negocios inventándose taimadamente que con esa dura medida paran o contienen la evolución de los contagios.
Quizás Dabiz Muñoz debería haberse expresado en segunda derivada, indicando que la inmensa mayoría de los presidentes europeos, regionales incluidos, son unos torpes y unos ladinos que están arruinando al resto de sus compañeros, mientras que el gozaba de los beneficios de esa gestión madrileña, que tan solo discuten, y el no entenderá nunca porque, personal sanitario, pacientes y familiares de fallecidos.
El empeño de vestir santos y santificar a determinados personajes a toda costa y demonizar al resto, es mas viejo que la orilla del rio, aunque no por ello produce un vigoroso sarpullido en el corazon de la ética y la razón.
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