Cuando las encuestas se han apresurado a ponértelo fácil, como ayudan estas cosas, ¿verdad?, se llaman criaderos de opinión, no puedo comprender, ni quiero, como sin gestión real de gobierno (2 años sin presupuestos, ni leyes), todavía de luto por nuestros ancianos, con una sanidad agotada y deficitaria y curva tras curva, resistiendo como nadie el deseado descenso, haya riesgo de desaparición de la razón y pueda avalarse que la continua bronca tóxica , sirva para algo.
Y menos aún, cuando la complicidad llega desde el lado femenino, si yo fuera mujer, no podrías contar conmigo, quizás sea un reflejo de mi propia memoria.
La edad que pasa y que pesa, me permite recordar a Isabel y Juana, unas imágenes de aquella España en blanco y negro, donde el manotazo, el empellón y hasta las malas palabras, y no quiero seguir más allá, de aquel vecino, que solo por ser varón, imponía a fuerza bruta el derecho a la sinrazón, como una parte más, sin titubeo alguno, de su propia existencia.
Cuando el vocerío era reiterativo, surgían de colindantes y allegados, las inverosímiles y miserables coartadas; el mal vino, el mucho genio o el recurso fácil de la palabra puta, eran argumentos que parecían suficientes para justificar las visibles huellas en aquel rostro de mujer, que avergonzada intentaba burlar las miradas, como una vulgar culpable. No había amparo, ni ley, para ellas, el único consuelo para tanto dolor era su propia soledad.
Tú, como en aquellos viejos tiempos, buscas burdas excusas que solo existen en la enfermedad que padeces, machismo, con una superficialidad indecorosa, tratas de minimizar la muerte, el dolor y el desconsuelo de muchas mujeres.
Solo por esto, no mereces ni un segundo, ni un voto.
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