Ejercí el domingo pasado mi derecho de audición, que no es otra cosa, que negarse a escuchar estupideces ya sabidas de antemano. No hacia falta darle coba al personaje irreconocible en el que se ha convertido y aumentar la nula envidia que provoca su triste debilidad para vivir por si mismo en el pasado y su falta de respeto a la realidad en el presente.
Su voz y su cerebro se han refugiado en una solitaria caverna, donde el aislamiento al mundo real le puede ser mas llevadero, y su egocentrismo florece en medio de sus sonoros y broncos ecos, mientras se agarra a su propia caricatura simulando valor con ráfagas de arrogancia torera pasadas de moda.
Este y otros personajes que rellenan sus vacíos neuronales con atribuladas teorías, así como, quienes desprecian la critica gravedad con inflamadas soflamas abusando indebidamente del uso de la palabra libertad, solo merecen vivir y conocer la experiencia, de quienes alejada su voluntad y su vida de cualquier mundo virtual han padecido el desasosiego y la incertidumbre de un mal que les atrapó malamente.
Mejor, deja de hacer ruido, sin ensuciar el miedo y el dolor de los demás, guapo.
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