El viento no puede con todas las palabras, algunas se enredan peligrosamente o sirven como material de construcción para falacias y medias verdades.
Como esto siga así, cuando el conductor del autobús no nos abra en la parada solicitada, le vamos a gritar ¡fascista!, aunque ni tan siquiera hayamos apretado al botón.
El mal uso o el abuso, según. Libertad, sin ir más lejos. ¿Qué quiere decir el cartel de quien tu sabes, con la palabra LIBERTAD, a pelo, ¿que se la espera, que la tenemos y podemos perderla o que la necesitamos?, que peligrosa e interesada ambigüedad más calculada para no decir nada y decirlo todo.
Y de lo mejor del decir por decir:
“La gente viene a Madrid a ser libre”.
Ni hacer turismo, negocios o a visitar a una hermana que vive con el churri en Hortaleza,
¿Pero en que clase de infierno viven las gentes que vienen a Madrid?
Cielo santo, se pensaba que nos visitaban seres humanos y mascotas, de sitios tan pulcros como: Soria, Copenhague, Múnich o Baracaldo.
Con este mensaje se asume implícitamente que los habitantes de Madrid Paradise, son verdaderamente libres, a la par que felices, claro, incluidos, los que son rehenes de una pobreza creciente y hacen cola y de los miles de jóvenes encadenados a las listas del paro y otros más.
Imprescindible un Pasapalabra para políticos.
¡YA!
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