El creador del milagro fiscal madrileño, fue un rubicundo alcalde de un pueblecito del noroeste madrileño, apenas 50 kilómetros desde la puerta del Sol, y con poco mas de 4.000 habitantes, llegó a tener matriculados a efectos del impuesto, ¡¡111.000 vehículos!!, lo que suponía, una media de más de 40 vehículos por cada habitante mayor de 18 años. Pagina 1 en el libro guinness de los records, no digo más. Todo esto se contradecía con la bucólica existencia en el pueblo, y su monumental atasco de paz y aburrimiento. Circulación, además de los pasos obligados en el quehacer diario de cabras, bichos y otros animales, poca o ninguna. Inconvenientes y desgastes, “0”, pavimentos para muchos años, y los ruidos, contaminación y otros gastos corrían por cuenta de los panolis de la ciudad o pueblo de origen de esos inexistentes y fantasmales nuevos vecinos de Robledo de Chavela, que así se llama el municipio.
A pesar del despilfarro a degüello en obras y equipamientos para el municipio, no había manera de evitar un constante y creciente superávit, el efecto llamada era una explosión imparable de nuevos contribuyentes automovilísticos. Aquel hombre, el alcalde, pese a sus encomiables esfuerzos, no pudo evitar ser el único municipio con superávit de la región, y claro, esto provocó su salto a la prensa y el jaleo fue duro y largo.
La OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico), se refería hace unos días a la Comunidad de Madrid, como paraíso fiscal interno. Aquí también llegan en masa la gama más alta, como los automóviles a Robledo, de las fortunas y patrimonios, desde cualquier rincón peninsular o insular, en un clarísimo ejemplo de competencia desleal, de libro, que algunos cretinos definen como “liberalismo económico”.
Hay quienes se han acostumbrado a hacer trampas, son muchos años, y lo ven como un triunfo de la genialidad financiera, eso mismo se pensaba del método Bárcenas.
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