Cuando en el año 2002, Marruecos y su Rey, que es lo mismo y una sola cosa, todo le pertenece al monarca, invadió la Isla Perejil, el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, contó con el respaldo inequívoco de los principales partidos de la oposición. Ninguno de ellos, le vino a decir, “eso se veía venir”, entre otras cosas, porque, ni eso, ni esa, nada justifica ni la invasión que la infantería de marina marroquí hizo en aquel insólito peñasco, ni tampoco la actual delirante invasión. El orondo y ricachón rey alauita, ha lanzado sin pudor, ni miramiento alguno, a un dantesco viaje a sus infantes en edad, quienes han contado con menos garantías y cuidados, sus vidas no importan, que las que reciben las reses que se envían al matadero a este lado del estrecho.
Ni la prensa de derechas, que es casi toda, ni el impertinente muchachito Casado y por supuesto el arrogante Ansar, nos habían advertido en días anteriores de tal posibilidad y aunque así hubiera sido, tampoco convalida el repugnante proceder de la corte marroquí. Darle cuartos al pregonero de Rabat, es lo ultimo que nos quedaba por ver.
Ya casi no quedan limites que sobrepasar en este todo vale.
Mal vamos.
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