El pasteleo o negociación de los presupuestos generales del estado, viene desde tiempo atrás, es más viejo que el hilo negro, siempre lo hubo, con gobiernos de distinto corte y confección y este no iba a ser una excepción.
Rufián, ya desde lejos avisó, en realidad se pasa el día avisando, que no lo iba poner fácil, había mucho desequilibrio social que equilibrar, mucha recuperación que recuperar, fondos europeos que repartir y más blablablá. El gobierno ha debido de acertar de pleno en sus cuentas, ya que el exigente guion de necesidades presupuestarias que el diputado pregonaba a los cuatro vientos, ha quedado para la hemeroteca y solo Netflix y nada más que Netflix tuvo en vilo al gobierno hasta el último minuto y ha sido la clave en convencer a Rufián y su troupe.
Debo confesar mi supina ignorancia y falta de conocimiento sobre la transcendental importancia que esta plataforma audiovisual tendrá en el futuro, bienestar y economía de millones de catalanes. Y debe serlo, y mucho, porque la derecha mediática, se ha llevado las manos a la cabeza por la tremenda cesión y traición, una más, de este gobierno.
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