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EL DIA QUE ÁLVARO SALVO A PAPA NOEL


 El gigante Agamenón es un monstruo horripilante, enorme, con una cara muy fea, grandes orejas y una boca sin dientes, de su peluda y roja nariz siempre le cuelga un moquillo, es bastante guarrillo en casi todo, sa es la verdad, pero lo peor de Agamenón es que odia a los niños, los juguetes, la navidad y por su puesto a Papa Noel.

 

Unos cuentan que Agamenón, vive en una oscura cueva, debajo de un terrible volcán, que no para ni de noche ni de día de echar fuego y piedras ardiendo, otros afirman, sin embargo, que Agamenón es un monstruo marino, que habita las profundidades del mar y que solo emerge una vez al año para tomar aire y respirar y siempre es el mismo día, el dia 25 de diciembre, Navidad.

 

 

 

 

 

 

Nadie sabe la verdad, el caso es que este feo y horripilante monstruo, cada año, intenta que Papa Noel no sea capaz de repartir los millones de regalos en Navidad.

 

Pero nunca lo consigue, y yo, te voy a descubrir la verdad de porque el monstruo Agamenón no puede detener a Papa Noel cuando viaja por los cielos con sus renos, buscando las direcciones de todos las ciruelas y ciruelos del mundo, quiero decir, de todos las niñas y niños del mundo para dejarles unos maravillosos regalos.

 

Siempre hay una niña o un niño que salva a Papa Noel, esto es parte de la magia de la Navidad, nadie sabe como son elegidos, pero todos los años Agamenón intenta estropear la Navidad y siempre hay algún renacuajo que consigue ayudar a Papa Noel y que la Navidad sea un momento feliz y no ver el árbol vació, sin ninguna caja, ni envoltorio para las niñas y niños de cada casa.

 

 

Un diario noruego hace llorar a los niños «asesinando» cruelmente a Papá  Noel

 

Álvaro estaba un poco nervioso, esa noche llegaría Papa Noel, y quizás por eso, escuchó unos ruidos en la calle que le despertaron. Él intentó no levantarse, porque todo el mundo sabe que si te levantas y te ve Papa Noel, no te deja regalos, así que Álvaro apretó sus ojos e hizo lo que pudo por dormirse de nuevo, pero…..

 

Los ruidos eran muy extraños, parecía como si unos animales estuvieran dando patadas al asfalto de la calle, ¡toc,toc,toc! y también como si alguien quisiera gritar y le taparan la boca, asi que decidió levantarse y mirar por la ventana, alguien podría necesitar ayuda y eso era mas importante que sus regalos.

 

 

 

 

 

 

Desde la ventana de su habitación, vio como un carro con unos renos estaba parado en su calle, muy cerquita de su casa, los renos levantaban sus cabezas al aire y con sus patas golpeaban el suelo sin parar, parecían, nerviosos, asustados y al fondo de la calle, una figura enorme corría, llevándose agarrado a una persona que gritaba, ¡¡socorro, socorro! Y llevaba una enrome melena y barba blanca y un traje rojo…..¡¡era Papa Noel!!a…Álvaro entendió que habían secuestrado a Papa Noel!!.

 

Álvaro bajó corriendo a la calle y se subió al carro de Papa Noel, los renos, lo miraron y enseguida entendieron que aquel niño podía salvar a su amigo, así que empezaron a cabalgar con todas sus energías y el carro empezó a subir y a subir por el cielo, Álvaro no sentía frio a pesar de ir tan alto, tan deprisa y en una noche tan fría de invierno. A lo lejos divisaron la enorme figura del monstruo Agamenón que corría entre los arboles para impedir que el carro con aquel desconocido conductor se aproximara a él y a su prisionero.

 

Los renos dirigidos por Álvaro intentaban cortarle el paso, iban de un lado a otro por el bosque, pero el monstruo seguía corriendo a gran velocidad, esquivando las ramas de los arboles y así evitar golpearse y caer. La persecución duraba ya varios minutos, y Álvaro no tenia ni la menor idea de como podía rescatar a Papa Noel de los enormes brazos del monstruo Agamenón que era mucho más grande y fuerte que él.

 

El monstruo Agamenón en su brutal carrera, quiso engañar a Álvaro y a los renos y decidió meterse entre unos arboles con unas ramos muy grandes y muy enrevesadas, y asi pasar desapercibido.

 

 

 Vio un árbol inmenso y dijo, por aquí me escapare de su persecución, y así lograré engañar a ese pesado que me persigue y que lo seguía sin descanso. El monstruo Agamenón y su enorme barriga se metieron entre las grandes y frondosas ramas del árbol y esperaron. Álvaro y los renos, no lo vieron, y pasaron de largo, siguieron avanzando entre los arboles, hasta que después de un rato, se dieron cuenta, que ¡¡habían perdido el rastro de Papa Noel!!, empezaron a buscar por el bosque, a izquierda y derecha, de un lado para otro y nada, Agamenón les había engañado y no eran capaces de localizarlo por ningún lado.

 

Agamenón se dio cuenta, que había logrado engañar a sus perseguidores, después de reírse un rato, pero de forma silenciosa, decidió bajarse del árbol y alejarse lo antes posible de allí, este año, por fin ¿apresaría a Papa Noel!, ya no habría regalos, ni Navidad, que feliz era, ja,ja,ja. Pero…

 

Por mas esfuerzos que hacia, no lograba salir de entre las ramas del árbol…¡¡se había quedado atascado!!, a pesar de su enorme fuerza, las ramas del árbol  habían lo tenían prisionero, su barriga estaba encajada, ¡¡uuuffff, aaqagghhh! Nada, no podía salir de allí.

 

Estos esfuerzos se oían a cientos de metros y el reno principal de Papa Noel, que se llama Rudolhp, lo escuchó y entonces giró en dirección al sonido que el monstruo hacia al intentar salir de la trampa donde el solito se había metido, entre las enormes ramas del árbol.

 

 

Y así fue como Álvaro y los renos encontraron al monstruo prisionero en el árbol, pero con Papa Noel sujeto entre los brazos de Agamenóny ahora ¿Cómo harían para que lo soltase el terrible monstruo?

Álvaro empezó a pensar, no podía enfrentarse con el monstruo Agamenón tenia unos brazos muy fuertes y no sería capaz de liberar a Papa Noel por la fuerza, debía pensar en alguna otra solución. Su cabeza empezó a pensar a toda velocidad y entonces…recordó como un día jugando con su hermano este tenía un juguete y para que lo soltara empezó a hacerle cosquillas en la planta de los pies y con tanta risa enseguida soltó el juguete, así que esa podría ser la solución.

 

Nadie en el mundo, ni tú, ni yo, resistiríamos a las cosquillas que los renos, moviendo sus culetes, con sus rabitos le hicieron en los pies al monstruo Agamenón, quien empezó a reírse a carcajadas y a los pocos segundos con tanta risa, además de llenarle los ojos de lagrimas, le hizo abrir los brazos y el bueno de Papa Noel aterrizó en un inmenso colchón de blanda nieve, que había debajo del árbol.

 

-¡Me has salvado Álvaro, a mi y a la felicidad de todos los niños del mundo!, le dijo Papa Noel , dándole un sonoro y enorme beso.

 

Ese día en casa de Álvaro, Papa Noel dejo dos cosas, un montón de regalos y a Álvaro, que se había quedado profundamente dormido en el viaje de vuelta desde el bosque.

 

Álvaro, a la mañana siguiente, al despertarse, no logrò averiguar si esta historia la había soñado o en realidad había sucedido.

 

Quizás fuera un sueño, o no, lo importante es que Papa Noel había vuelto hacer magia y dejar millones y millones de regalos por todo el mundo.

 

 

 

 

Hasta lueguito. Un beso

 

Muy de tu rollo

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