Cuando se ideó y se construyó el gran caserón, hace ya 43 años, los arquitectos, la construcción, los materiales y la sociedad eran muy diferentes a los actuales, el mundo se ha dado unas cuentas vueltas de campana, tantas que ni el clima es el mismo. ¿que casa con esta antigüedad, no se la ha dado más de un repasito de pintura, una reforma de baño y cocina o simplemente se ha sustituido algún elemento que el tiempo o el uso habían dejado malparado?
Solo la casa común de todos, como decía la publicidad institucional en su día; La Constitución. Si exceptuamos una vergonzosa reforma hecha a escondidas, deprisa y corriendo (época Zapatero, limite máximo de déficit...), sigue inmóvil, como un marmolillo en el principio de una gran escalinata, manoseada por unos y otros y con una perdida de brillo evidente por el inefable paso del tiempo.
Los achaques de la edad, no se solventan con palabras altisonantes, algunos de los que las pronuncian con vehemencia son incumplidores de mandatos, muy conocidos, sino con revisión critica y cirugía si fuera preciso, son cosas de la edad, ya se sabe. Es imprescindible dejar de jugar con lo que es de todos, como si fuera de unos pocos, que al parecer se han otorgado, así mismos, el derecho único de interpretación y osan, con un descaro impropio, en llamarse “constitucionalistas”, cuando en realidad son unos aprovechados.
Esto da pavor, y si no hay pronto remedio, el tiempo seguirá invariablemente ajando al viejo marmolillo, que espera su restauración al pie de la gran escaléra.
P.D. ¿Alguien se imagina al plantel político actual, elaborando una carta magna?
No hay comentarios
Publicar un comentario