El consejero del gobierno madrileño, un tal Ossorio, dudaba de las cifras, intentando hacerse un chiquito de la calzada y dando mucha pena y repelús, que Cáritas ofrecía en su informe sobe la pobreza en Madrid. En este segundo año triunfal del gobierno Ayuso cualquier dato malo o es culpita del gobierno central o es mentira, faltaría más, menos mal que en un esforzado ejercicio de autocensura encomiable, se han reprimido y no le han echado la culpa de las colas del hambre, ni se han atrevido a mencionarlas, al ministerio de igualdad o a un complot orquestado por Moncloa.
Cáritas, debería saber, que Madrid es rica, inmensamente rica, y que aquí no cabe ni pobreza, ni pobres, por supuesto, solo felicidad, cañas, riqueza y mucha libertad, visto esto, no se explica uno a que viene esta inquina obsesiva por meterse con Madrid, oasis en esta España decadente bajo el sanchismo atroz que nos asola.
Tal es nuestro grado de bienestar que este año, en vez de campaña de recogida de alimentos, habrá que sustituir esta degradante práctica por un buen concurso de paella y que siga la felicidad y el gozo.
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