No parece descabellado decir que la inflación esta artificialmente (no toda) engordada, su pendiente alcista se justificaba por el precio de la energía y los combustibles fósiles, pero cuando estos bajan o frenan su alza, resulta que los productos básicos van por libre y siguen subiendo.
La inflación lo justifica casi todo y se ha empeñado, ella solita, en posibilitar un notable crecimiento de la nomina nacional de nuevos ricos y del engorde en el cebadero del rio revuelto a los ya existentes.
Pero tenemos mas inflaciones, hay una inflación de jueces y togas, que está alcanzando records verdaderamente alarmantes. Que los jueces incumplan las leyes, va contra la esencia misma de su propósito profesional, que es impartir justicia no bloquearla o noquearla.
En estos momentos tenemos un repunte inflacionista, desconocido, jamás visto, más propio de algún país ex satélite de la URSS, cuando el Tribunal Constitucional se cuestiona impedir el debate y aprobación de una ley en el parlamento.
En esto además son jueces y parte, porque de aprobarse esta ley, presentada de forma tam poco presentable y ramplona por el gobierno, servirá para sustituir a dos de sus magistrados, entre ello al propio presidente del tribunal.
El gobierno aprueba leyes como el que fríe huevos, un golpecito y al aceite hirviendo, esta sobreactuación legisladora esta plagada de chapuza, errores y una falta de equilibrio y didáctica notables, además de entregarse al mandato de Junqueras y sus cuates, quien en uno de sus rasgos características; el nulo don de la oportunidad y el empeño en seguir mintiendo, banalizaba “campechanamente” sobre la realización de un referéndum de autodeterminación.
El (Junqueras) sabe que no es posible y debería dejar de calentar los cascos a quienes legítimamente lo quieren, como ya hizo durante años con tan fatídico resultado. Y tampoco parece de recibo que el líder/no líder de la oposición, Núñez Feijoo, cuando en el sentido inverso al anterior, afirma que da por hecho que se va a celebrar, este también lo sabe.
Cuando las instituciones del estado se enzarzan, sin fin y sin final visible, como si fueran pandilleros de bandas juveniles, es como la visión de una batalla de aviones en el aire, que a los mortales de a pie, solo nos queda mirar o huir.
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