Haced caso pobres gentes, a la profecía de la Nostradamus de España, la gran estadista madrileña, quien solo malmete y de todo habla, menos de su alucinante caos sanitari; vamos derechos a una dictadura y de las duras, España se romperá por mil sitios, el rey terminará sus días en el penal de Ocaña y habrá gulags y checas en cada barrio o pueblo.
Volviendo a la cordura, digamos que en cualquier democracia, de las normalitas, la autodefensa numantina de su pésima e insostenible mentira, por parte de Marlaska o la precipitada ley del si es si, cuyas consecuencias a nadie pueden agradar, hubieran sido suficiente para que el patíbulo político se hubiera levantado de nuevo y el hacha presidencial que se custodia en Moncloa hubiera seccionado esas dos fistulas que son puro veneno político.
Si además el gobierno, que legítimamente ha elegido a dos magistrados para ocupar los sitios que le corresponde designar en el tribunal constitucional, hubiera tenido el detallazo de escoger a dos personalidades jurídicas no tan vinculadas que más parece un traspaso y no una designación, pues hubiera sido, además de más higiénico y presentable, un tapabocas para los aficionados al exabrupto y la hipérbole, que prestos han dinamitado la verdad calificándolos de asalto o toma del tribunal por parte del gobierno.
Sobre los atropellos verbales, ya casi de diario, en la taberna del puerto, situada donde estuvo en tiempos el Congreso de los Diputados, seria conveniente que a la presidencia y mesa actuales, les pongan algunos videos, del tristemente fallecido Manuel Marín, aquel manchego que presidió el congreso y que estas escaramuzas le hubieran durado exactamente, nada.
Por otra parte, desde el gobierno se debe contestar como lo hizo en muchas sesiones Yolanda Díaz, ante las preguntas tramposas y plagadas de mentiras del nada añorado Teodoro García Egea, con una firme educación y con algo tan inusual como la verdad.
Te echamos de menos a ti y aquel parlamento.
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