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El blanqueo del capricho



 


Lo siento, pero nunca me has caído bien. Pero, esta vez, eso no importa.

 

Aun me tiemblan mis débiles y maltrechas retinas cuando recuerdo aquellas puestas en escena y los tontorrones diálogos de aquella empalagosa serie, “Ana y los siete” que aquella televisión, tan de los tuyos, te confeccionó a la medida, pero gracias a tu particular interpretación; una insoportable sobredosis de azúcar, caramelo y sirope, le cargaste de razones a tus críticos.

 

Y, por descontado, me niego rotundamente a decir ni mú de tus ridículos posados veraniegos.

 

Te has prestado, espero que involuntariamente, a mostrar tu intenso dolor personal por platos y retransmisiones, tan apartadas del duelo y el sosiego, como “las campanadas de final de año”. Aceptando sin doblez alguna tu amargo momento, siempre he querido ver una chispa de exceso innecesario en tus apariciones y en esos mensajes tuiteros tan cargados de bilirrubina, pero ahora, muchos de los que aplaudieron tus puestas en escena, se revuelven contra ti, por tu decisión y noticia, que de nuevo has mostrado lejos de cualquier signo de pudor e intimidad.

 

Lo que no es aceptable, en este guirigay que se ha formado,  es el doble rasero, de tu “caso” con la de otros ricachones y famosos, desde Tita Cervera pasando por Cristiano Ronaldo y terminando con Miguel Bose, que encargaba a los bebés de dos en dos.

 

El mal es el mismo, es cierto que aceptar la responsabilidad de criar a un bebe con tu edad o la que tenía Tita Cervera, es un síntoma personalísimo preocupante. En tu caso es fácil pensar o adivinar la búsqueda de una “terapia” que te salve de la angustia y de la soledad, pero supongo sabrás que le estas endosando el proyecto de viabilidad de tu futuro personal a un bebe, que salvo lo dispuesto en un contrato nada tiene que contigo y nada sabe de ti.

 

Alquilar vientres, y más con miles de dólares por el medio, es sencillamente asqueroso, una demostración más del poder del dinero, que hace que una mujer que asume el maravilloso milagro de gestar una vida humana en su cuerpo sea en exclusiva el fundamento de una transacción económica, apretada por unas cláusulas que la compromete hasta en su día a día.

 

Ahora los mentirosos de siempre avalan este negocio, aludiendo que muchas de esas mujeres “mula” están casadas, como si eso fuera garantía de algo y justificara un ingreso, que sospecho no es el más importante de la cadena de subrogación. No hace falta ser muy mal pensado para encontrar algunos paralelismos con otros casos de algunas mujeres que abusando de sus escrúpulos hacen la vida más fácil y confortable a sus “hombres”.

 

Criar a un bebé, sea propio o no, incluidos por supuesto los adoptados, es un acto fundamentalmente de amor, y no hay porque dudar o establecer diferencias entre los nacidos de una manera o de otra, pero este no es el debate.

Lamentablemente en el mundo, y en nuestro país también, hay miles de niños que están esperando la oportunidad de unirse y formar parte de una familia. 

 

Los defensores de los arrendatarios de vientres de alquiler aluden y disculpan a sus defendidos, por la dificultad, dados los tumultuosos procesos burocráticos para la adopción, puede ser cierto, pero cualquier ley o norma por muy mediocre que sea, no aceptaría jamás la custodia a personas, únicamente contando con su fortuna, por eso estos personajes jamás acuden a lo que verdaderamente es una necesidad social, a los pequeñajos que engrosan una lista de espera hacia la esperanza y el futuro.

 

La portada en cuestión, además de reafirmar un excesivo afán de protagonismo, es un lamentable intento de blanqueo compasivo de algo tan forzado y transaccional.

Muy de tu rollo

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