Juanma Moreno, “el inoportuno”, con la sequia más severa de cuerpo presente se propone legalizar, lo que sus antecesores (socialistas) durante años se propusieron y bien que lo consiguieron, ignorar: están dejando secar Doñana.
Con la nefasta Ley de Juanma o sin ella, el daño ya este hecho, lo cual no exculpa el desatino de legalizar el crimen contra la humedad en Doñana, con la pobre y efímera excusa de salvar puestos de trabajo, intereses empresariales y la vida de mucha gente. Puestos a ello, también podrían legalizar el trafico de hachís en el estrecho, que también mueve mucho dinero y personas y de paso liberaríamos recursos y gastos en macro-lanchas y guardias civiles, y diezmaríamos algunos sobresueldos y oscuras componendas.
El “moderado” presidente Moreno y la vicepresidenta tercera del gobierno Teresa Ribera, nos ha ofrecido un brillante curso sobre hipocresía y desvergüenza, que jamás agradeceremos, por lo menos algunos.
El primero, Don Juanma, porque después de reclamar durante meses y meses la necesidad de hacer caso a los científicos durante toda la pandemia Covid, ahora se ha propuesto ningunearlos con el mismo argumento que defiende, las ventajas de CO2 para el planeta, el vicepresidente de Vox en la “Cunda” de Castilla y León, prevalece la industria y la economía a todo, sin posibilidad, al parecer, de saber hacerlas convivir con el futuro del planeta.
Y la segunda, Doña Teresa, porque el grito en el cielo, con toda la razón, ya debería haberse escuchado alto y claro, desde los distintos gobiernos socialistas desde hace décadas, porque además del caso de los ERE, probablemente este sea el segundo desastre más repugnante, en términos de gestión, en aquella comunidad.
El acuífero de Doñana o las Tablas de Daimiel y tantos y tantos sitios, serán pasto de los buitres del negacionismo, más o menos explicito, a los que poco les importa que nos “cosan” a multas o que los científicos pierdan la voz de tanto clamar por su salvación.
Lastima que Doñana no despierte el mismo fervor y pasión que otros acontecimientos que cada primavera llenan calles y plazas, por aquellas tierras, cada día más resecas, del sur.
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