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El padre fundador



 


Berlusconi fue uno de los padres fundadores del populismo barato que nos asola, tan dañino todo el, cuna y acomodo de aquellos a los que les cuesta hilvanar un par de ideas propias. No sé porque, pero siempre identifiqué o asocié a este personaje con los andares y andanzas de aquel Jesús Gil, a otra escala, por supuesto, que desafió al sentido común y la decencia como queriendo hacerse el  gracioso, sin inmutarse y sin serlo.

 

Estos tipos, además de enmarañar y mutilar la verdad sin anestesia ninguna y de ser lo peor de tantas cosas, despiertan la sonrisa y admiración de tanto simplón como anda suelto dispuesto a darlo todo por cuatro chorradas repetidas mil veces y un trozo de tela en forma de bandera. Sin él, posiblemente nos hubiéramos evitado a tanto canalla como a los Trump, Boris Johnson y a otros muchos que han acampado en esta Europa que se tambalea, además, permaneceríamos suficientemente alejados de la inculta soberbia de la Thatcher de Chamberí (Ayuso), la alumna más aventajada de esta troupe.

 

Pero estos días seguimos asistiendo boquiabiertos a la muerte agónica por aburrimiento de esa otra izquierda tan sobrevalorada por sus escasos fieles asiduos, que viven enzarzados y en discusión permanente como si reñirse fuera parte de su acerbo. Que alguien clame por un desastre tan real y palpable llamado Irene Montero, aunque sea un par de minutos después de haber aceptado su forzado retiro a Galapagar, es una muestra que existe una vida intangible, más allá de la realidad. 

 

Hace mal Yoli (Yolanda Diaz) en callar sobre este asunto y dejar que el nuevo telepredicador de la “verdad  de manual”, el hombre que lo hundió todo, Pablo Iglesias, nos ofrezca en sus sermones la visión del caos y nos advierta del sufrir que se avecina, sin Irene en las listas. Esto, asegura sin inmutarse, facilita la entrega de las llaves de la Moncloa al sosainas de Feijoo y su incuestionable falta de argumentos.

 

La Yoli, ha quitado en Sumar, aplicando con saña el borrador o el típex a lo que más le restaba, la imagen de la ministra de Igualdad ya no se recoge ni con una aspiradora, se ha volatilizado por completo.

 

A su acierto, dejar a la ministra en el vestuario, le ha faltado la valentía y el seny que ha demostrado en otras ocasiones, y debería dejar claro que la indignidad y la soberbia de esta ministra, si o si, no es posible blanquearla metiéndola como si tal cosa en una candidatura, eso es sencillamente incompatible con la pulcritud democrática y con la vergüenza torera.


También hoy en Valencia, el jefe del PP en aquella tierra, después de jurar por lo más grande, que con VOX, nunca, pues ha firmado un acuerdo de gobierno con esta gente, eso sí sacando pecho de haberse librado del numero uno de sus nuevos socios, condenado por maltrato. Habra que agradecérselo y todo.

 

El populismo navega por ambas orillas del rio que baja turbio de mentiras o de medias verdades y revuelto por falta de ideas y principios.


Aun nos queda la esperanza, supongo.






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