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Daños colaterales, así los llaman.








A los niños, sus madres, ancianos y enfermos, siempre les toca lo peor, da igual el lugar y la época. pagan más que nadie. Ellos son, los que los cursis que dan coba a tanto cafre que amedrenta al mundo, los denominan “daños colaterales”. 

 

En Gaza, el daño colateral permanece inalterable, desde hace años, y exactamente durante los 365 días al año.  En aquel secarral, reina la desesperanza y una vida al pairo del donativo y la caridad de un mundo, tan civilizado,  que tapándoselos la nariz, mira para otro lado.

 

Ahora en Gaza, la colateralidad es universal, como el hambre y el miedo, aquello es una masacre directa, sin piedad, ni paliativo alguno, un genocidio a gran escala, tan cruel e inhumano, como los que el pueblo judío ha padecido a lo largo de su sufrida historia, el ultimo, los incalificables asesinatos de niños y mujeres que, a fuerza y fuego de los cobardes comandos y sus  kalashnikov, enmudecieron y tiñeron de sangre los pequeños Kibutz al sur de Israel.


 Por otro lado, el pueblo palestino, lleva demasiado tiempo sufriendo el secuestro de un binomio que solo le acerca a la inmundicia o a la muerte, el radicalismo fanático religioso de quienes imponen su ley en esos territorios y en los de los vecinos, así como el calculado desdén de sus hermanos árabes más ricos que disimuladamente siguen soplando las brasas del conflicto para mantenerlo vivo.


La comunidad internacional, ha respondido como siempre en este conflicto, buscando una equidistancia imposible de quienes se han conformado históricamente con lanzar sus migajas a los refugiados palestinos por encima del muro, y esquivar la obligación de hacer cumplir las resoluciones de Naciones Unidas, dos estados libres y soberanos.


Llama  la atención la diferente velocidad empleada,  la celeridad con que todos corrieron hacia Israel después de las matanzas terroristas en su territorio y la lentitud exasperante para salvar hospitales, dar de beber y poder enterrar a sus muertos perdidos entre los bosques de escombros moldeados por los carísimos y modernos cohetes israelitas.


 La reacción y posterior rectificación de los Estados Unidos y de Europa, al inicio de esta escalada de locura y odio, alejan cualquier esperanza de paz y justicia.  Sin olvidarnos de la temible sombra que el tenebroso régimen Irani, ejerce sobre cualquier esfuerzo de paz y concordia en la zona.


Mientras Ucrania y Putin han dejado ser el gran drama que nos conmovía a diario.  Los terroristas-fanaticos de Hamas y el facha-populista de Netanyahu, han tomado el relevo en nuestro horror  y  repulsa.


Pero allí y en Ucrania, ha habido y hay cuantiosos  "daños colaterales" (maldito eufemismo), no los olvidemos, a ellos , a los débiles que sufren y mueren sin causa alguna a pesar del  zarandeo que las crueles imagenes deberían causar a las aletargadas conciencias de este mundo que olvida con tanta facilidad los derechos humanos mas básicos.

Muy de tu rollo

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