Estamos sometidos a nueva arma de convencimiento masivo; el relato. El relato suplanta, o al menso adereza a menudo el fondo y la razón de las cosas.
El como por encima del qué, la imagen por delante de lo mollar y el fondo hipotecado por la forma.
¿superficialidad o manipulación?, ¿o ambas cosas?.
Llevo años sin escuchar un discurso de nochebuena, con mi padr, su finalización era el pistoletazo de salida para la cena, y no será este año cuando eche abajo una tradición que pienso mantener. Pero esta postura no me permite ser ajeno a lo titulares y resúmenes de los medios de comunicación del día siguiente.
El relato y el fondo de los discursos navideños, del rey, tienen un paralelismo muy cuidadosamente elaborado, quien los escribe es o son personas que manejan la pluma con cuidado y una austeridad muy bien calculada. Moderación, formulaciones cortas y un engarce entre los diferentes temas con precisión relojera.
Pocas cosas o casi ninguna, de los deseos y razonamientos que lee el monarca, ni nos son ajenos, ni suponen a la mayoría de las personas, ningún atisbo de rechazo o de incomprensión. Puestos a buscar algún, pero, hay quizás un exceso de “buenismo” y una persistente moralina, que podría expresarse de una manera menos previsible, más sutil y menos evidente.
Pero lo más relevante y preocupante es: ¿y para que sirven?
Centremos el asunto en algo que los escribas de Zarzuela, llevan repitiendo muchos años. La necesidad de dialogo, pacto, entendimiento entre las fuerzas políticas como herramientas de superación de los conflictos y las diferencias.
Nadie en su sano juico puede decir que el mensaje real, desde siempre, haya calado ni lo más mínimo entre nuestra clase política. Al menos entre los grandes partidos o entre las dos corrientes políticas, si exceptuamos los pactos que el actuál gobierno ha suscrito con partidos tan de derechas como el PNV.
Que el principal partido de la oposición y el gobierno, a petición de los primeros, tengan que viajar hasta Bruselas para que alguien (¿relator, verificador, mediador? les ayude a acabar con los más de cinco años de incumplimiento constitucional para renovar el Consejo del Poder Judicial, es un disparate y una ofensa al sentido común.
Tengo verdadera curiosidad para ver como pueden encajar y salir vivitos y coleando, los escribientes reales, ante esta ocurrencia que alguien le ha susurrado a Feijo como única salida y relato posible a su apropiación indebida de un articulo concreto de la constitución que dicen defender.
Veremos.
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