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EL HOMBRE QUE PISABA SU SOMBRA


 










La operación tortuga (en política), uno se la imagina como algo tortuoso, una especia de permanente angustia gástrica, prolija en ventosidades y eructos, además de  un recurrente dolor de cabeza y entrañas que casi no te deja ni sentarte.  Ya recién levantado, o te pones dos puñados de algodones en los oídos, o es inevitable comerte el comienzo de la retahíla de comentarios, que acaban pareciéndose una barbaridad a lo que viene a ser, una piñata en Ferraz, que termina por dejarte el mal cuerpo y la imagen acribilladas como un colador. 
 

La avalancha de dudas y recelos que tu nombre, hasta hace poco, digamos que sin estar en las quinielas, no sonaba mal y hasta podía tener una cierta buena prensa, excepto en el batallón mediático que todo lo ataca, pasa, por causa de una filtración casi siempre interesada, a ser el vivo retrato de un puñado de carne picada, textura tipo, como esa que se le pides al carnicero, - ¡oye Javi pásamela dos veces, majo!.

 

Y todo este calvario, por no dimitir.

 

El hombre que pisaba la sombra de José Luis Ábalos, se parece en hechuras y en el espabilo, a aquel Luis Roldan, famoso director general de la guardia civil, pero este es más jamelgón y más alto. Este tipo de gente, y ya van unos cuantos, de este porte, llega al planeta de la política, sin que nadie sepa como, ni porque, salvo ellos mismos. Y como si fuera de manual, enseguida espabilan y hacen suyo todo lo que pueden, quizás porque en esa otra realidad intangible en la que viven, se percibe y respira siempre una fingida y extraña seguridad como si allí los gatos nunca pillaran a los ratones.

 

Muchos se les escapan, la mayoría, pero algunos si cogen.

 

El diputado Ábalos ya está tardando, no se sabe porque, en dimitir y poder levantarse cada día con cierta calma, sin ser trinchado sin piedad, por la artillería mediática y tertuliana. Pero sospechosamente ni el se va, ni nadie de los suyos se lo pide de forma clara, precisa y contundente, que es como hay que ponerse uno con estas cosas.

 

Cuentan que el portero del club Rosalex, antiguo concejal y luego machaca y pisa-sombra de Ábalos, se ha convertido en un inversionista en bienes inmuebles y terrenos, no todo el mundo lo logra, siendo un hombre humilde, como decía ayer su exjefe y eso a menudo, levanta sospechas y crea enemigos.

 

Para evitarnos el tedioso termino de “presunción de inocencia”, o que si el sumario dice o no dice, en fin todo ese rollo periodístico-político, daremos un rodeo en los aspectos monetarios e inmobiliarios y sencillamente reclamemos al exministro y hoy diputado, lo mejor de su inventiva y creatividad, para que nos ilustre de como es posible que una persona cuya mejor, y me temo que única, cualificación es haber pisado su sombra (la del exministro), puede sentarse en un consejo de administración de una empresa del Estado, por muy de la señorita Pepis y pueril que sea, y el de Renfe Mercancías tiene toda la pinta de serlo.

 

Cuando termine la imposible explicación o ya mismo, cierre la puerta y no vuelva. Gracias

Muy de tu rollo

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