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QUE DIFICIL ES MORIRSE CUANDO ESTAS MUERTO



 


QUÉ DIFÍCIL ES MORIRSE CUANDO ESTÁS MUERTO
 
Los tres enterradores de Pedro Sánchez no querían

Ellos solo estaban en esto por dinero, mucho dinero, para medrar en lo que se pudiera y así seguir garruleando con el sexo fácil de alquiler. 

Nada nuevo en el mundo del corruptoman hispano de bragueta caliente.

Equivocarse dos veces, con dos personajes del peso que han tenido Ábalos y Cerdán, da para dimitir de largo, sin que nadie te lo pida y no volver la vista atrás, sobre todo, antes de que todo vaya a peor.

Tan poderoso pecado no lo limpia el perdón, ni merendarse media ejecutiva, como si se la hubieran impuesto, ni un buen dato de empleo o del PIB.

El caso es que, en el manual de resistencia, no creo que haya capítulo alguno previsto para gestionar semejante destrozo y menos aún, contando con una soledad parlamentaria que no da para casi nada.

Sin presupuestos, ni capacidad real de legislar, ahí está la reducción de la jornada laboral en el dique seco, sin ir más lejos; Podemos en modo “me las vas a pagar todas juntas” y los desvaríos caprichosos del personaje amnistiable en extramuri; hacen que cada traspié se convierte en duro tropiezo y este, en un sinfín de hostias de padre y muy señor mío. Esto lo ve cualquiera, menos Sumar, que en su versión más angelical y bioguay, quieren seguir avanzando, sin darse cuenta de que llevan meses haciéndolo en círculo.

Morirse no les gusta ni a los actores a mitad de una película. Pero o el presidente permite ser enterrado, lo más discretamente posible, o va a meter a su partido en una fosa común, en la que es difícil que quepa la historia de un partido tan necesario en un mundo donde las sombras ganan terreno.

  Con lo poco que da de sí Feijóo, un hombre que vive del chascarrillo y de cuatro frases que le escriben, va a entrar en la Moncloa sobre los hombros de un costalero llamado Ubiscal, el correveidile del patán de la White House, teniendo de telonero al más vehemente y procaz parlamentario, al que acaba de ascender al estrellato.

Joder con el moderado Feijóo.

¿Cuándo doblarán las campanas?

Muy de tu rollo

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